lunes, 26 de septiembre de 2011

Perlitas del pasado...

No es fácil hacerce un viajecito al pasado.Tiene sus costos emocionales. Son las circunstancias de orden práctico las que - mayoritariamente - funcionan como inevitables disparadores. En el afán de ordenar, limpiar y despejar espacios físicos nos autoinvitamos a revisar otros tiempos, otras prácticas y aunque queramos desandar el camino ya es algo tarde.
Por circunstancias de fuerza mayor ( nunca mejor dicho...hilos de poder tejieron la decisión)me encuentro en casa más tiempo del que hubiera imaginado jamás . Tengo entendido que los años sabáticos son autogenerados por el beneficiario. Se trata de una decisión, una idea meditada. Lo que yo estoy transitando literalmente no tiene nombre. Y yo... no tengo ganas de bautizarlo. Lo trascurro como puedo. Beneficios colaterales: algunos de los pendientes que solían encolumnarse en el espacio "Notas" de las tantas agendas que me acompañaron por años comenzaron a poder tildarse. Hacer un inventario de libros, acomodarlos en una única y criteriosa biblioteca ;sacar de los placares las polvorosas cajas de apuntes de facultad; ordenar los albumes de fotos. Sólo algunas de los menesteres que le están dando algún sentido al sinsentido.
Así fue como di con la caja contenedora de "cassettes no musicales". Aparecieron las entrevistas que hice para la preparación de la tesis final...denominada tesina para la carrera de Comunicación Social de la UBA. Un Pepe Eliashev contándonos a Andrea
(gratuitamente va mi consejo para los que están por encarar el desafío y desean evitar el pedido de extensión de prórroga: trabajar de a dos literalmente duplica las chances de llegar al coloquio)y a mi su historia como periodista y cómo lidió a lo largo de los años de carrera con el secreto profesional. Al ladito de estas cintas, también vio la luz mi primera entrevista en calidad de estudiante a un famoso...tal el desafío que nos propuso la ayudante del Taller de Periodismo...cátedra Amato si mal no recuerdo. 90 minutos de Mourice Jouvet, actor francés, papá de la recordada Mónica Jouvet, mujer de Pablo Alarcón- y esposo de Nelly Beltrán, entre otras cosas abuela de los por entonces teens de la Banda del Golden Rocket. El própósito inicial era tirar todo, sacar de adelante aquello que desde la veta productivo - utilitaria "ya no ha lugar". Lo que sobra en casa es espacio. Entonces cómo y/o por qué arrojar al tacho esa primera vez, esa inaugural experiencia como reportera en la que finalmente lograba darle forma concreta a una vocación no del todo firme y en una facultad de corte meramente teórico que relegaba las práctica para contadas ocasiones (había que cursar en TEA si una buscaba formarse como periodista). Mientras la bic giraba por el agujerito de la cinta ( lógicamente se me engancharon en promedio 4 de 5 tapes) me enterneció recordar la bonomía del Sr. Jouvet al recibir a una nerviosa muchacha que deglutió su biografía en tiempo record ( sobra recordar que no se googleba nada, épocas de mancharse los dedos con viejas revistas) engrosando el sumario de preguntas en algún colectivo tomado por primera y única vez (creo que vivía por Parque Chas!!) y rezando para que el grabador y/o las pilas no le fallen...insisto otros tiempos! Y todavía estoy en mis 30 ehhh.
Pero la "perlita" de este regreso al pasado fue el hallazgo de los teóricos de Historia del Arte, dictados por el atinado profesor Casullo. Escuchar su voz de cigarrillo en una alocusión por demás pausada, de difícil seguimiento por mi parte y doy por hecho para los jóvenzuelos nacidos - no sólo criados - en una cultura zappinera y videoclippera. Controlé mi impaciencia y me permité regresar al clima de esas aulas y tomar cabal conciencia de esa frase que he escuchado cientos de veces y que si bien me enoja, día a día toma más fuerza: hay cosas, esfuerzos, que se hacen a una determinada edad. Caminos que se toman por una única vez. Me gustaría ser mariposa ( odio las moscas y amo el color) y chusmear cómo se estará desarrollando un teórico por estos días en la facu. He regresado a los pasillos y las aulas no hace tanto... allá por el 2006 para sumar a mi formación académica el Profesorado de Comunicación ( primera camada de graduados que accedió a esta posibilidad y la paciencia de cursar 8 materias para poder ejercer como docente ya que mi orientación es en Periodismo). La de Casullo fue una de las materias que recuerdo cursar tranquila, sin el fantasma de la evaluación, de los parciales, de los finales. Sería optativa seguramente. Cursarla sabiendo que la temática engrosaría mi capital cultural cimentado en casa de la mano de mis padres: Dios Baco, Antígonas, Subjetividad, el cuestionamiento a lo clásico. Estoy como tantos atravesada por el acelere de estos tiempos y tomé la decisión - ahora que se puede - de pasar al cd muchos de estos minutos de grabación. A pesar de la ansiedad y el embole de acomodar un cassete enganchado, di con un punto de esa clase en el que Casullo menciona un ilegible apellido inglés para decir lo siguiente: "XXXXX es un autor que sostiene que el cuento de terror está fundado en un "casi"...porque lo que nos da miedo es esa duda...esa sombra que aparece y no podemos diferenciar si pertence un atacante o es una rama que tomó otra forma en nuestro árbol de siempre...ese casi es el que le da sentido". Qué maravilla! Qué concepto! Estaba ahí, de nuevo, en esa aula, con veinte años, el chirrido de los bancos de caño, los murmullos, la interrupción del militante de Quebracho, el golpeteo de la tiza en el pizarrón. Todo eso no fue "Un casi" en mi vida. Fue un todo. Fue una parte. ¡Importante si valoro mi presente de empleada de gobierno? No se. Dónde quedó la niña preguntona, cuyos padres pensaron que podía transformar su curiosidad en vocación? No se. Me preparaba para desechar, para sentir la breve euforia de la tarea cumplida pero la bolsita de residuos que anticipada y neuroticamente acomodé a mi lado quedó vacía. Por ahora.

1 comentario:

  1. Volviste! Siempre es bueno leerte Silvia, ya sea por la temática como por el uso del lenguaje en este caso de la palabra escrita. Viajar al pasado a través de los objetos es una experiencia que puede ser divertida pero cansadora si se vuelve recurrente. En mi última mudanza tire algo más de cuatrocientos cassettes de audio y unos cuarenta de video, me quede con unos pocos a modo de souvenir y te aseguro que fue doloroso, en cada uno de ellos se iba una anécdota, viajar una hora con un TDK de 90 minutos para grabar dos discos. Programas de radio: “la venganza será terrible”, “heavy rock and pop”, “subí que te llevo y guardias a mi” set acústicos y entrevistas entre otras cosas por no nombrar grabaciones en vivo de shows en Obras de mis bandas favoritas.
    El valor agregado del armado de cada cassette: fotocopia de la foto del artista en cuestión, mi letra que fue modificándose con los años, la letra de quienes me grababan etc. Todos esos años reducidos a una bolsa de consorcio y por otro lado (y acá es donde siento una identificación con tu post) los apuntes, esos apuntes que durante años dije: “los guardo porque alguna vez voy a volver a leerlos” ese día nunca llegó, pasó más de una década y ahí estaban, me quedé con algunas hojitas y esos kilos y kilos de papel en cada mudanza me dejan la cintura a la miseria serán reemplazados por los cuentos de Julián por ejemplo.
    No quiero finalizar con la metáfora fácil de que todo tiene su etapa y que alguna vez tiene que llegar “esa tarde” donde los objetos del pasado se fundan con las bolsas de residuos y sean parte (como en mi caso) de la carga de un cartonero que pasaba por casa y que muy agradecido me saludo por la cantidad de papel que le di. Soltar, de eso se trata no? Para darle la bienvenida a nuevos objetos que son parte de nuestro presente, como éste canal de comunicación: los blogs, los mp3, los pdf, sin perder lo esencial: el placer de leer, de escribir, de escuchar … algo que trasciende a los siglos mas allá de los avances tecnológicos. Raúl.

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