lunes, 2 de abril de 2012

Hermanitas de papel…a 30 años de Malvinas






Las tuve siempre conmigo. Guardatitas una sobre otra, con la hermandad que le escuché decir a los hombres, sólo logra la cárcel o una guerra. Una sobre otra. Como en las trincheras. Desde la aparición de los folios, cubiertas por una trasparencia tamaño A4 que a la manera de impermeable las envuelve y abraza, quizá para compensar el frio que sus autores sintieron en la perdida perla austral. Era tal la emoción y la sensación de exclusividad que sentía que jamás me detuve como hoy - en la conmemoración de los 30 años del desembarco - a hacer una lectura histórica y simbólica de las mismas. Ambas epístolas están fechadas el 27 de junio de 1982. Trece días después del alto al fuego. ¿Cómo saber en qué condiciones físicas y emocionales empuñaron las biromes? Tal vez heridos, ó milagrosamente salvos, con lagrimitas en los ojos de dos muchachos de 18 años que se hicieron hombres demasiado rápido. ¿Habrá el sorbo de alguna taza de chocolate caliente o mate cocido acompañado estas breves pero profundas catarsis manuscritas? Con muchas faltas de ortografía, pero rebosantes de coraje y entrega. “Me hubiera gustado dar la vida por las Islas Malvinas” reza una de las frases finales y detrás de esa firme sentencia, un gordito punto seguido que grafológicamente indica decisión, real convicción en lo que se postula.
Mentiría si dijese que recuerdo el momento en el que la señorita del grado nos avisó que le escribiéramos a los soldados. Y tampoco, lamentablemente, tengo presente el momento de la entrega de semejante tesoro de palabras. Nélida García es mencionada por ellos, pero no puedo saber si se trató de algún proyecto personal de la docente o mejor aun del acompañamiento de toda una institución educativa. Supongo que no es tan importante. La "movida", en términos de hoy, tuvo lugar y se proyecta en el futuro. Yo era, como bien señalan ellos, una niña. Las cartitas son dirigidas a la niña Silvia Marisa Carbajal, a la niña argentina, a la niña de una escuela paradójicamente situada a una cuadra del Olimpo, uno de los tantos centros de detención de la dictadura. Pero ese dato no se revelaría para mi en esos años de la primaria. Para mis hermanas y yo, el enorme edificio que bordeaba la escuela era sólo una mole misteriosa y oscura que nos quitaba la palabra dentro del auto de papá, paradógicamente también, un falcon, pero celeste. Era pasar, quedar detenidos por un semáforo y tener miedo sin saber que el miedo habitaba allí. Con los años y la llegada de la democracia corroboramos tristemente que aquellos sonidos que creíamos escuchar, aquellas voces atravesando ventanas rotas, aquel silencio, no era producto de la imaginación de tres escolares sino un escenario realmente macabro. Las asociaciones vendrían luego, cuando todo nos fue develado como sociedad. Datos como la implicancia de un color, el verde, como condicionante de la mala acción de un vehículo, era algo decididamente impensado en la mente de una criatura. En fin. Respeto mi desconocimiento en el amparo ni más ni menos que de la posibilidad concreta de saber o no saber. ¡Si no es la infancia el tiempo de la protección de la inocencia entonces ese tiempo no existe!.
Pensé mucho en la relevancia de sumar mi testimonio en ocasión de este particular aniversario. Se ha dicho mucho, demasiadas voces superpuestas, agradecida polifonía, y el riesgo permanente de los oportunismos. A diferencia de otros años, de otros tiempos, hoy podemos conocer sus hazañas, peripecias, y carencias; ver sus rostros con arrugas y pelo cano, escuchar en boca de criollos nombres ingleses de algunos montes donde se posicionaban y parapetaban. Aun con las tremendas dificultades de todo relato bélico, intentar comprender y comprenderlos: dónde estuvieron, qué hicieron, cómo se vestian, cómo y porqué en el medio de una lluvia de fuego, hay tiempo de pensar, rezar, llorar, ayudar, todas esas acciones juntas, unidas en contados segundos. Conocer la estrategia inglesa de herir y no matar para ocupar minímo a tres hombres en el intento del rescate de un compañero. En resumen, empezar a despejar, con palabras del himno, nuetro propio manto de neblima.
Raúl Orellano y Oscar Alberto Ponce, S/c 63 del Regimiento de Infantería de Comodoro Rivadavia - a quienes adivino no se porqué, quizá correntinos, merecen mi humilde homenaje. El de una mujer que hoy entiende un poquito más. Sólo un poquito... porque faltaría a la verdad si me considerara una entendida en el tema. Historiadores, políticos varios, desde diversas aristas están sumando nuevas páginas a un conflicto que en agosto próximo cumplirá 180 años. Los pormenores de la invasión es menester de entendidos. El único pirata que me produce ternura es Jack Sparrow de “Los Piratas del Caribe”. Mi testimonio busca ser cordial. En el etimológico sentido del término. Cordial. Porque sale de mi corazón. De un corazón que se estremece cuando en familia cantamos el bello himno a las Malvinas que Ale, mi hermana música intrerpreta sentidamente al piano trasportandonos al patio de la J. Alfredo Ferreira, en la calle Ramón L. Falcón al 1426 ya esas también frias mañanas de abril. O escuchar una particular versión de Horacio Fontova y Emilio del Guercio mientras TVR pasa un informe bien editado.
No tengo un hermano o primo al que le haya "tocado en suerte" combatir en Malvinas. Pero sí viví de cerca la experiencia del hijo del mejor amigo de mi padre, Horacio Alonso. Mi padre tenía una conexión telepática con “su hermano de la vida”, presentía sus visitas. Volvía tarde de ejercer como médico en la poblada Laferrere y al abrir la puerta del garaje apuraba la pregunta: “Rosita, no me digas nada...está Horacio? Y no se equivocaba. La ley de vida, hijos que entierran a sus padres, se cumplió tempranamente para la familia Alonso. Creo que a los 45 años, le falló el corazón. Lo supe en la calle, iba de la mano de mamá y su cuñado, otro gran amigo, nos dio la tristísima e impactante confirmación. Vaya a saber si hubiera resistido la noticia de un hijo que es llamado a la guerra. Ernestito volvió. Por suerte y gracias a Dios, Ernestito volvió. Mi padre, Fabián Carbajal, revisó en el consultorio de casa los pies de ese muchacho. Estuvo a punto de perderlos por congelamiento, fue lo que papá pudo decirnos. No mucho más. Sus ojos color del tiempo volvieron humedecidos al comedor tras conocer aquel testimonio. Tan cercano, de algo tan lejano. Por lo que veo de sus apariciones mediáticas hoy es Ernesto, un hombre bien plantado. Si, bien plantado, en esos pies que casi pierde por el frio de una isla del Atlántico Sur. No tenemos trato porque vive en La Plata pero nos enorgullece verlo en acción, nos avisamos telefónicamente cuando lo enganchamos hablando en su condición de ex combatiente, sentado – más allá de toda consideración ideológica – como panelista en muchos programas, el último de ellos en 678, naturalmente agradecido con una gestión de gobierno que al menos los está visibilizando.
Todo cuanto se haga para poner un freno a otra lista - pocas veces recordada - la de los que se han quitado la vida post guerra, a los más de mil suicidios ocasionados seguramente por motivaciones varias, traumas, olvido, dificultad de inclusión laboral, depresión, ect, ya merece buena consideración.
Hoy estimo mi insignificante coraje, en comparación al de todos ellos. Las cartas ya no son exclusivas aunque me sigan haciendo sentir especial. Volveran al folio y a hermanarse en mi caja de recuerdos. Pero decido escanearlas y compartirlas con el ciberespacio porque estamos en tiempos de apertura. Verdad, Memoria y Justicia. Que un cofre se abra para mostrar un tesoro no quita quantía al tesoro. Espero que otros ojos, más ojos, aumenten su valor.
Sólo un experimentadísimo diseñador gráfico podría detectar que la fuente tipográfica expresamente seleccionada para redactar estas líneas es “Britannic Bold”( al menos en la versión word del archivo). Es mi modo de manifestar mi rechazo cabal a toda reacción violenta; por ejemplo la de hoy hacia la Embajada de Gran Bretania. Es como si alguien me pidiera que deje de escuchar a Queen o de amar la actuación de Emma Thompson en Sensatez y Sentiemiento y miles de cosas por el estilo. J. L. Borges dijo una vez: no nos comamos a los caníbales. Vida, siempre vida. Paz, siempre paz. Reivindicaciones desde la cordura. Relaciones cordiales entre los pueblos que habitan la tierra. Cordiales, del corazón.

lunes, 26 de septiembre de 2011

Perlitas del pasado...

No es fácil hacerce un viajecito al pasado.Tiene sus costos emocionales. Son las circunstancias de orden práctico las que - mayoritariamente - funcionan como inevitables disparadores. En el afán de ordenar, limpiar y despejar espacios físicos nos autoinvitamos a revisar otros tiempos, otras prácticas y aunque queramos desandar el camino ya es algo tarde.
Por circunstancias de fuerza mayor ( nunca mejor dicho...hilos de poder tejieron la decisión)me encuentro en casa más tiempo del que hubiera imaginado jamás . Tengo entendido que los años sabáticos son autogenerados por el beneficiario. Se trata de una decisión, una idea meditada. Lo que yo estoy transitando literalmente no tiene nombre. Y yo... no tengo ganas de bautizarlo. Lo trascurro como puedo. Beneficios colaterales: algunos de los pendientes que solían encolumnarse en el espacio "Notas" de las tantas agendas que me acompañaron por años comenzaron a poder tildarse. Hacer un inventario de libros, acomodarlos en una única y criteriosa biblioteca ;sacar de los placares las polvorosas cajas de apuntes de facultad; ordenar los albumes de fotos. Sólo algunas de los menesteres que le están dando algún sentido al sinsentido.
Así fue como di con la caja contenedora de "cassettes no musicales". Aparecieron las entrevistas que hice para la preparación de la tesis final...denominada tesina para la carrera de Comunicación Social de la UBA. Un Pepe Eliashev contándonos a Andrea
(gratuitamente va mi consejo para los que están por encarar el desafío y desean evitar el pedido de extensión de prórroga: trabajar de a dos literalmente duplica las chances de llegar al coloquio)y a mi su historia como periodista y cómo lidió a lo largo de los años de carrera con el secreto profesional. Al ladito de estas cintas, también vio la luz mi primera entrevista en calidad de estudiante a un famoso...tal el desafío que nos propuso la ayudante del Taller de Periodismo...cátedra Amato si mal no recuerdo. 90 minutos de Mourice Jouvet, actor francés, papá de la recordada Mónica Jouvet, mujer de Pablo Alarcón- y esposo de Nelly Beltrán, entre otras cosas abuela de los por entonces teens de la Banda del Golden Rocket. El própósito inicial era tirar todo, sacar de adelante aquello que desde la veta productivo - utilitaria "ya no ha lugar". Lo que sobra en casa es espacio. Entonces cómo y/o por qué arrojar al tacho esa primera vez, esa inaugural experiencia como reportera en la que finalmente lograba darle forma concreta a una vocación no del todo firme y en una facultad de corte meramente teórico que relegaba las práctica para contadas ocasiones (había que cursar en TEA si una buscaba formarse como periodista). Mientras la bic giraba por el agujerito de la cinta ( lógicamente se me engancharon en promedio 4 de 5 tapes) me enterneció recordar la bonomía del Sr. Jouvet al recibir a una nerviosa muchacha que deglutió su biografía en tiempo record ( sobra recordar que no se googleba nada, épocas de mancharse los dedos con viejas revistas) engrosando el sumario de preguntas en algún colectivo tomado por primera y única vez (creo que vivía por Parque Chas!!) y rezando para que el grabador y/o las pilas no le fallen...insisto otros tiempos! Y todavía estoy en mis 30 ehhh.
Pero la "perlita" de este regreso al pasado fue el hallazgo de los teóricos de Historia del Arte, dictados por el atinado profesor Casullo. Escuchar su voz de cigarrillo en una alocusión por demás pausada, de difícil seguimiento por mi parte y doy por hecho para los jóvenzuelos nacidos - no sólo criados - en una cultura zappinera y videoclippera. Controlé mi impaciencia y me permité regresar al clima de esas aulas y tomar cabal conciencia de esa frase que he escuchado cientos de veces y que si bien me enoja, día a día toma más fuerza: hay cosas, esfuerzos, que se hacen a una determinada edad. Caminos que se toman por una única vez. Me gustaría ser mariposa ( odio las moscas y amo el color) y chusmear cómo se estará desarrollando un teórico por estos días en la facu. He regresado a los pasillos y las aulas no hace tanto... allá por el 2006 para sumar a mi formación académica el Profesorado de Comunicación ( primera camada de graduados que accedió a esta posibilidad y la paciencia de cursar 8 materias para poder ejercer como docente ya que mi orientación es en Periodismo). La de Casullo fue una de las materias que recuerdo cursar tranquila, sin el fantasma de la evaluación, de los parciales, de los finales. Sería optativa seguramente. Cursarla sabiendo que la temática engrosaría mi capital cultural cimentado en casa de la mano de mis padres: Dios Baco, Antígonas, Subjetividad, el cuestionamiento a lo clásico. Estoy como tantos atravesada por el acelere de estos tiempos y tomé la decisión - ahora que se puede - de pasar al cd muchos de estos minutos de grabación. A pesar de la ansiedad y el embole de acomodar un cassete enganchado, di con un punto de esa clase en el que Casullo menciona un ilegible apellido inglés para decir lo siguiente: "XXXXX es un autor que sostiene que el cuento de terror está fundado en un "casi"...porque lo que nos da miedo es esa duda...esa sombra que aparece y no podemos diferenciar si pertence un atacante o es una rama que tomó otra forma en nuestro árbol de siempre...ese casi es el que le da sentido". Qué maravilla! Qué concepto! Estaba ahí, de nuevo, en esa aula, con veinte años, el chirrido de los bancos de caño, los murmullos, la interrupción del militante de Quebracho, el golpeteo de la tiza en el pizarrón. Todo eso no fue "Un casi" en mi vida. Fue un todo. Fue una parte. ¡Importante si valoro mi presente de empleada de gobierno? No se. Dónde quedó la niña preguntona, cuyos padres pensaron que podía transformar su curiosidad en vocación? No se. Me preparaba para desechar, para sentir la breve euforia de la tarea cumplida pero la bolsita de residuos que anticipada y neuroticamente acomodé a mi lado quedó vacía. Por ahora.

lunes, 16 de agosto de 2010

I am not the great pretender

El Club de la Risa – escuela de psicoterapia creada en Bombay por el Dr. Madam Kataria - sostiene como teoría que si uno mueve el risorio de Santorini y algunos músculos más de la cara para generar una sonrisa o risa, se activa la dinámica de nuestro cuerpo y el cerebro no distingue la naturaleza de la motivación del movimiento. Parece que de todos modos generamos endorfinas, como que el hipotálamo no detecta si te reíste porque algo te causó genuinamente felicidad, gozo, o placer o porque forzaste la mueca. No descarto que frente a la desolación que viven muchas personas en India, niños sobre todo en estado de más absoluta marginalidad, debe ser la única alternativa posible. Crear de la nada algo que no existe. Algo así tan extraordinario como los árabes y sus playas artificiales en Dubái. Es una ruptura con el orden natural. Olas de mentira. ¿Sensaciones de verdad? ¿Quién sabe? Por mi parte lo he intentado un par de veces y no me funcionó, que se yo, volviendo de comprar unas facturas en un frío y gris sábado de agosto, en ese instante en el que se comienza a experimentar penitas en el alma y nuestra fonola mental recupera no se sabe de qué vericueto neuronal el primer verso de la zamba “Flor Azul” y una se encuentra cantando bajito “qué sola me voy quedando mi viejo tunal” y en ese minuto, cuando el ejercicio facial va rozando el ridículo y felizmente una recuerda que tiene una imagen que mantener, al menos en el barrio que la vio nacer, la pavada cesa porque sobreviene una única y absoluta verdad: no se puede simular nada en esta vida. I am not the great pretender. No nací para eso. Las endorfinas recorren mi cuerpo cuando la estoy pasando bien y se meten en boxes cuando no. Simple as that! No hay gestáltica facial que colabore con el bienestar si el bienestar se ha tomado vacaciones hace rato. Una segunda gran verdad se acomoda a la primera, no se puede simular nada y no es que te estás quedando sola. Sos sola. Viniste sola y debes honrar tu existir y manejar los misterios de la vida.
Una carcajada puede ser el inicio de toda una metafísica - Leopoldo Marechal

sábado, 5 de junio de 2010

Rescue Remedy

Cuando armo y desarmo mis carteras a diario, bolsos para ser más justa, suelo decirme que ya no tengo remedio, que soy una exagerada total al andar cargando tanto peso sobre mis resentidos hombros. Que lógicamente no habrá antiinflamatorio o miorelajante que obre el milagro de aflojar unas cervicales agredidas por semejante ritual al que le siguen horas de tensión en escritorios que desconocen de confort anatómico. Criticada por parte de la familia, asesorada por hermanas para intentar economizar el número de objetos que viajarán conmigo hasta el centro porteño y unas cuantas llegadas tarde al trabajo no fueron exitosas para que la costumbre quede atrás. ¡¡Si al menos la cambiara semana por medio!! Pero no puedo…aunque corro riesgos…aunque me cansa acomodar llaves y pañuelos y neceseres varios…no puedo evitarlo. Me aburre un uso monótono de las cosas y fundamentalmente me tranquiliza saber que todos esos enseres están conmigo “just in case” Los que están a años luz de comprender lo que puede sentir un ser temeroso, con un pasado cuasi fóbico, verán en esto sólo exageración. Los que saben de lo que hablo, leerán “Mujer precavida… vale por dos”.
A minutos del comienzo de Robin Hood, la novedosa versión protagonizada por Russell Crowe, tan gladiador como en Gladiador, en ese tiempito en que una se saca el saco y se pone el pone, mientras se aquieta la acelerada respiración activada en la espera hasta dar con el ticket… sucede lo que predispondría mal a cualquiera y que sólo la magia del cine…únicamente la magia del cine consigue disipar.
Un adolescente que adolecía, entre otras cosas, de equilibrio fue el causante de una chaplinezca escena a minutos del comienzo de la peli que fui a ver con una amiga en el Abasto Shopping aprovechando un par de entradas obsequiadas. A caballo regalado no se le miran los dientes… dice el dicho. Pero por algún extraño mecanismo, parece que una no puede simplemente gozar de las cosas que le llueven de arriba…por ser buena gente.por hacer las cosas bien…y entonces…literalmente algo llueve de arriba…no precisamenente en calidad de bendición:
Unos amarillos y polvorientos nachos cayeron sobre mí, sobre todo lo mío…mi cartera…mi saco…y segundos más tarde…la salsa acompañante…una rojiza mayonesa caliente derivó magistralmente sobre el dorso de mi mano…ganando temperatura a medida que avanzaba mi enojo con la humanidad toda. Miré para arriba…a mi cielo imaginario…y en el idioma de la impotencia mi parlamento fue: ¿Quién fue el idiota que importó esta americana costumbre de morfar en las salas de cine? A dónde quedó el chocolatinero? ¿Qué es eso de entrar con dos interminables vasotes de coca rebajada con hielo de dudosa procedencia? ¿No pueden estar dos horas “alimentándose” de séptimo arte? En general, nunca son bien recibidas estas frases, se las asocia con….como se llama…la locura…y todos intentamos huir de ella. Paradójicamente esta sociedad condena los análisis en caliente…la filosofía de pasillo…100 % Carbajalezca me permito admitir… pero no condena los hechos que ocasionan tales reacciones. Somos un pueblo manso…con una mansedumbre boba, peligrosa, egoísta, interesada. Regreso a la toma…la oscuridad reinante, que se agradece para entrar en clima, agregaba confusión. Sencillamente no sabía por dónde empezar a reparar ese desastre y las disculpas del pibe, enojado con su noviecita histérica que se ganó un “¡¡Te dije que no compráramos esto!!” no sirvieron de nada. Permanecí parada unos cuentos segundos hasta que la quemazón de mi mano, con cambio de color, se hacía más evidente (Cabe aclarar que todo alimento…especialmente líquido y semilíquido calentado en horno de microondas llega a su máxima potencia un tiempo después) y sólo un chorro de agua fría enfriaría la cosa. Fue en ese preciso instante en que mi mente recordó que la ocasión para usar alguna de las “cosas de más de mi cartera” había llegado. Rescaté como puede de mi manchada cartera el botiquín salvador con una adermicina crema insólitamente preparada para calmar la quemadura y evitar la ampolla. Al regresar del baño…las palpitaciones seguían…la impotencia seguía…pero el sorbo de agua…de esa botella que también suma mucho peso hizo su aporte para bajar los decibeles…y al rato…recurrí al placebo de las flores de bach…frasquito de vidrio que de igual forma hace ganar kilos a mi cartera. Así…poquito a poco fue entrando en sosiego….lista para sumergirme en la Inglaterra del siglo XIII deseando que un flechazo del héroe de los pobres atravesara mi corazón románticamente y lista para confirmar que “mujer precavida…vale por dos” The End.

viernes, 4 de junio de 2010

Soy una hormiga

Hormigas trabajando...Hay un cartel que dice..."Se ruega hacer silencio y no molestar"...rezaba una canción de Carlitos Balá...si mal no recuerdo. Así me siento hace muchos meses...como una hormiga que trabaja y trabaja incansablemente con la salvedad de que lo hace en medio del ruido y el caos. Esta entrada muy mal escrita persigue únicamente el objetivo de hacer una aparición que pise la precedente con fecha 3 de marzo...en ocasión de reseñar el terremoto de Chile. Al menos en los medios nacionales ya no se habla del tema porque las cosas son así...porque vivimos un tiempo sin tiempo...porque es humanamente imposible cumplir con todo. Pero mi paranoia tecnológica ganó la partida y no podía quedarme tranquila sabiendo que no hago nada por mi blog desde hace tanto tiempo.
Quiero tiempo pero tiempo no apurado...rezaba otra canción de mi infancia...de María Elena Walsh...

miércoles, 3 de marzo de 2010

Al tiro pa' los cerros...grietas en el alma



Hace poco más de un mes, Chile le brindaba al pueblo de Haití toda la preparación de su cuerpo de bomberos y rescatistas, toda la asistencia ganada en numerosas experiencias sísmicas sin intuir que días después un terremoto 50 veces mayor impactaría en el centro – sur del país la madrugada del 27 de febrero interrumpiendo el sueño y los sueños de miles de compatriotas.
A las 3.34 el megasismo de 8.8 grados en la escala de richter y el tsumani posterior detuvieron todo lo previsto, ubicando a Chile, por más tiempo del esperado - en el mismo año de la celebración de su bicentenario - en un forzado escenario refundacional. El nivel de destrucción es tan grande que sólo queda recomenzar. Ocurrió en el momento menos oportuno del mundo – si es que los desastres tienen oportunidad alguna: a horas de la penúltima jornada del Festival de Viña del Mar en la Quinta Vergara, a pocos días del inicio del año escolar (previsto para el 8 de marzo), próximo a la llegada del Rey de España, Juan Carlos de Borbón, para el Congreso de la Lengua Española en Valparaíso y frente a la expectativa nacional y mundial del traspaso presidencial del 11 de marzo. En segundos miles de proyectos quedaron en la oscuridad.
Reconforta saber que la muestra de unidad de la clase política fue anterior a esta tragedia natural. No los ha unido el espanto. Michelle Bachelet y Sebastián Piñera venían dialogando en un trasferencia de mando coherente, como de esas que los argentinos miramos con envidia, en un clima de genuino trabajo en equipo, sencillez y sentido común que por estos días también demuestra el Uruguay de Pepe Mujica.
Desde todos los sentidos posibles el sismo ha abierto grietas. Bachelet está a días de concluir un mandato impecable con el 83% de popularidad y Piñera pronto a dar inicio a cada punto de su plataforma. Pero el choque de placas alteró el contexto político borrando todo banderismo…ni derechas ni centroizquierdas. Se impone neutral cordura. La magnitud del desastre condujo a la más inesperada decisión político – constitucional: en plena democracia, militarizar las ciudades más afectadas, decretar el estado de excepción, imponer el toque de queda, sacar a la calle camiones hidrantes para disuadir a los saqueadores. Desde mi cosmovisión significaría sumar al desconcierto el triste recuerdo de tiempos de dictadura y represión. Pero Chile tiene un vínculo marcadamente singular con sus militares. Han aplaudido la intervención porque el reclamo de orden - condición sine qua non para comprender y modificar todas las situaciones humanas - no se asocia necesariamente con el descuido de los derechos humanos.
A los que habitamos geografías más amables, menos imprevisibles, nos cuesta imaginar la persistencia. Chile deberá demostrar que es 50 veces más fuerte. Siento que su bandera resume simbólicamente el camino a tomar: blanco, emprender la recuperación en un clima de paz; rojo, poner toda la pasión honrando la sangre derramada y azul, confiar en su buena estrella.
Poco importa que referencie desde mi ombligo de turista que del 16 al 26 de enero estuve por primera vez junto a mi hermana – en un viaje especial para celebrar la vida, la recuperación y para honrar el deseo de mi padre que se quedó con las ganas de conocer tierras trasandinas - 3 días en Santiago, 9 días en Viña del Mar y de pasada por Valparaíso y que muchos de los sitios afectados seriamente en sus estructuras quedarán por siempre intactos en mis fotografías. El moderno aeropuerto de Santiago, su pasarela, la Iglesia de la Providencia en Santiago, el apenas estrenado restauran “Tierra del Fuego” frente al Hotel San Martín en Viña, las calles y casitas de Valparaíso. Podría haber estado ahí porque rara vez veraneo en enero pero no me asalta una preocupación retrospectiva de mi propia salvación. Me asalta una profunda pena. Regresé de mi estadía con pegadizos solgans en mi cabeza: "Chile es un país"..."En Chile te sentís genuinamente un ciudadano"..."Los chilenos son serios, moderados"..."En las calles no hay un papel y los jardines y plazas son increibles". Pero el cinturón de fuego del Pacífico se ajustó demasiado, dejando sin aire y en absoluta perplejidad a millones de almas...las moradoras de rascacielos y las de casitas de adobe...urbanas y costeras…sin distinción.
No es novedad que para muchos, por razones histórico entre otras, Chile se escribe con "C" de controversia. Rara vez se habla u oye hablar de ellos sin mencionar que los logros, el avance procurado en los últimos 10 años se asienta en una profunda brecha económica. Hoy día (como dicen ellos!), con las lecciones pendientes como tantos países de Latinoamérica, escribo Chile con "C" de compasión.
Mientras escribo estas líneas… Una réplica de 6,2 grados en la escala de Richter causa pánico en la ciudad chilena de Concepción.


“Así, cada mañana de mi vida, traigo del sueño otro sueño” (Pablo Neruda)



* * *Chile se ubica a lo largo de una zona de alta sismicidad conocida como el «Cinturón de fuego del Pacífico». Esto es producto del choque tectónico entre la placa Sudamericana y la placa de Nazca y la subducción de esta última bajo la placa continental. El movimiento y la fricción entre estas dos placas tectónicas convierte a Chile en una zona con frecuentes terremotos y alto volcanismo.

domingo, 10 de enero de 2010

Crucificada en la agonía de tu adiós…


A comienzos del nuevo siglo, 2001 quizá…mi padre regresó a casa con un cd de Sandro que la estación de servicio donde cargaba el Duna regaló a sus clientes en ocasión del día de la madre…”Sandro le canta a las madres” creo que se titulaba…o “Para Mamá”. Era chica y estaba en otra…pero aun así no me perdono la falta de curiosidad de ese día. Sorpresa y tentación de apertura es el imperioso circuito que vivenciamos frente a un obsequio. Sin embargo, jamás lo saqué o sacamos de su estuche con mis hermanas para escucharlo…era una pertenencia “gronchita” a la que le dimos pronta salida (la suegra de mi hermana menor fue la afortunada “nena” que adoptó el original o copia) aliviados porque un material del estilo no desentonara con el resto de la discografía de esta familia de músicos y amantes de la música. La natural receptora debió haber sido mi madre…pero Rosa (tan maravillosa como flor hermosa...hasta tema tiene!!) tuvo una juventud nada porteña por decirlo de algún modo. Si bien llegó de Italia a los 12, nada escapaba al trabajo y al estudio y no conoció bailes ni clubes de barrio…ni discos…ni Radiolandias…pero la vida de mi madre…es otro cantar…
Estoy en mis treintas y desde ya…no soy una de sus nenas. Como artistas de los 60 y 70…sí he seguido en sábados lluviosos mucha pelis de Palito Ortega…y me gusta el género melódico…las baladas…. Sandro…sin razón aparente… no formó parte de mi capital cultural hasta este lunes 4 de enero en que lloré profundamente su partida. Conmovida como muchos por su lucha…venian a mi memoria alguna de las anécdotas que en todos estos días post transplante en algunos cronistas nos ofrecían…Sandro le borró al médico la foto que le sacó con su celular porque no salió bien peinado y porque no quiere que inmortalicen un cuerpo que ya no le responde…Sandro…se comunica escribiendo…y en sus notas pide perdón al equipo médico mendocino por no estar dando lo mejor de sí…Sandro conserva el humor…todo esto fue llegando a mi corazón…toda su grandeza…y después…después que se corrió el telón de las penurias…de la enfermedad…del deterioro…después que recordé que somos seres almicos…le abrí el telón al artista…al hombre… y me enamoré para siempre. Como en un acelerado viaje para atrás…mi mente y mis oidos acumularon esta semana la vida de un ser excepcional, un showman, un interprete visceral e intenso, un autor que conoció a la mujer como nadie, un caballero. Eterno galán que no pudo inaugurar la paternidad pero que fue un papito para todas.
Youtube fue y está siendo la plataforma de ese viaje…donde puedo verlo jóven…más viril que nunca…más gitano que nunca…con ese hoyuelo en la mejilla…la mirada de fuego custodiada por negras y tupidas pestañas…la sonrisa pícara…la boca nacida para besar.
Mi tema favorito es “Cómo te diré” y en realidad lo conocí gracias a la magistral versión de Alfredo Casero - quien el viernes 8 de enero pudo demostrar su inmenso amor por Roberto Sánchez en “The Casero Experimendo, columna que tiene en La Razón respondiendo conmovedoramente un “¿Qué será de nosotros?” - cuando Ale, otra de mis hermanas me regalara para un cumple “Casaerius”, delirante cd que parodia y homenajea esa época de pantalones pata de elefante…poleras…camisas con bolado...y amores desgarrantes… polo opuesto de estos encuentros edulcorados. (ver rutas).

“Cómo te diré que aquel amor que había lo perdí…ay cómo te diré…que ya no quiero más saber de ti…que ya…que ya no quiero más saber de ti” es la estrofa final de la canción…
Sandro llegó a mi vida el día de su partida…y esta paradoja me genera cierta culpa…me enoja…me lleva a preguntarme porqué demoré mi amor hacia él hasta la instancia de lo irremediable…
Si pudiera compensaría mi falta cantandole: “Cómo te diré que aquel amor que no había lo gané…ayyy cómo te diré….que hoy quiero más saber de ti… Sandro,,,,que ahora quiero más saber de ti”


http://www.youtube.com/watch?v=JrXROpqnZsI (Alfredo Casero)
http://www.youtube.com/watch?v=3Z9wSRJ9WIY (Sandro)
Recomiendo conocer el tema que le compuso especialmente Hugo Marcel: “Ese pibe de Alsina”