El Club de la Risa – escuela de psicoterapia creada en Bombay por el Dr. Madam Kataria - sostiene como teoría que si uno mueve el risorio de Santorini y algunos músculos más de la cara para generar una sonrisa o risa, se activa la dinámica de nuestro cuerpo y el cerebro no distingue la naturaleza de la motivación del movimiento. Parece que de todos modos generamos endorfinas, como que el hipotálamo no detecta si te reíste porque algo te causó genuinamente felicidad, gozo, o placer o porque forzaste la mueca. No descarto que frente a la desolación que viven muchas personas en India, niños sobre todo en estado de más absoluta marginalidad, debe ser la única alternativa posible. Crear de la nada algo que no existe. Algo así tan extraordinario como los árabes y sus playas artificiales en Dubái. Es una ruptura con el orden natural. Olas de mentira. ¿Sensaciones de verdad? ¿Quién sabe? Por mi parte lo he intentado un par de veces y no me funcionó, que se yo, volviendo de comprar unas facturas en un frío y gris sábado de agosto, en ese instante en el que se comienza a experimentar penitas en el alma y nuestra fonola mental recupera no se sabe de qué vericueto neuronal el primer verso de la zamba “Flor Azul” y una se encuentra cantando bajito “qué sola me voy quedando mi viejo tunal” y en ese minuto, cuando el ejercicio facial va rozando el ridículo y felizmente una recuerda que tiene una imagen que mantener, al menos en el barrio que la vio nacer, la pavada cesa porque sobreviene una única y absoluta verdad: no se puede simular nada en esta vida. I am not the great pretender. No nací para eso. Las endorfinas recorren mi cuerpo cuando la estoy pasando bien y se meten en boxes cuando no. Simple as that! No hay gestáltica facial que colabore con el bienestar si el bienestar se ha tomado vacaciones hace rato. Una segunda gran verdad se acomoda a la primera, no se puede simular nada y no es que te estás quedando sola. Sos sola. Viniste sola y debes honrar tu existir y manejar los misterios de la vida.
Una carcajada puede ser el inicio de toda una metafísica - Leopoldo Marechal
lunes, 16 de agosto de 2010
sábado, 5 de junio de 2010
Rescue Remedy
Cuando armo y desarmo mis carteras a diario, bolsos para ser más justa, suelo decirme que ya no tengo remedio, que soy una exagerada total al andar cargando tanto peso sobre mis resentidos hombros. Que lógicamente no habrá antiinflamatorio o miorelajante que obre el milagro de aflojar unas cervicales agredidas por semejante ritual al que le siguen horas de tensión en escritorios que desconocen de confort anatómico. Criticada por parte de la familia, asesorada por hermanas para intentar economizar el número de objetos que viajarán conmigo hasta el centro porteño y unas cuantas llegadas tarde al trabajo no fueron exitosas para que la costumbre quede atrás. ¡¡Si al menos la cambiara semana por medio!! Pero no puedo…aunque corro riesgos…aunque me cansa acomodar llaves y pañuelos y neceseres varios…no puedo evitarlo. Me aburre un uso monótono de las cosas y fundamentalmente me tranquiliza saber que todos esos enseres están conmigo “just in case” Los que están a años luz de comprender lo que puede sentir un ser temeroso, con un pasado cuasi fóbico, verán en esto sólo exageración. Los que saben de lo que hablo, leerán “Mujer precavida… vale por dos”.
A minutos del comienzo de Robin Hood, la novedosa versión protagonizada por Russell Crowe, tan gladiador como en Gladiador, en ese tiempito en que una se saca el saco y se pone el pone, mientras se aquieta la acelerada respiración activada en la espera hasta dar con el ticket… sucede lo que predispondría mal a cualquiera y que sólo la magia del cine…únicamente la magia del cine consigue disipar.
Un adolescente que adolecía, entre otras cosas, de equilibrio fue el causante de una chaplinezca escena a minutos del comienzo de la peli que fui a ver con una amiga en el Abasto Shopping aprovechando un par de entradas obsequiadas. A caballo regalado no se le miran los dientes… dice el dicho. Pero por algún extraño mecanismo, parece que una no puede simplemente gozar de las cosas que le llueven de arriba…por ser buena gente.por hacer las cosas bien…y entonces…literalmente algo llueve de arriba…no precisamenente en calidad de bendición:
Unos amarillos y polvorientos nachos cayeron sobre mí, sobre todo lo mío…mi cartera…mi saco…y segundos más tarde…la salsa acompañante…una rojiza mayonesa caliente derivó magistralmente sobre el dorso de mi mano…ganando temperatura a medida que avanzaba mi enojo con la humanidad toda. Miré para arriba…a mi cielo imaginario…y en el idioma de la impotencia mi parlamento fue: ¿Quién fue el idiota que importó esta americana costumbre de morfar en las salas de cine? A dónde quedó el chocolatinero? ¿Qué es eso de entrar con dos interminables vasotes de coca rebajada con hielo de dudosa procedencia? ¿No pueden estar dos horas “alimentándose” de séptimo arte? En general, nunca son bien recibidas estas frases, se las asocia con….como se llama…la locura…y todos intentamos huir de ella. Paradójicamente esta sociedad condena los análisis en caliente…la filosofía de pasillo…100 % Carbajalezca me permito admitir… pero no condena los hechos que ocasionan tales reacciones. Somos un pueblo manso…con una mansedumbre boba, peligrosa, egoísta, interesada. Regreso a la toma…la oscuridad reinante, que se agradece para entrar en clima, agregaba confusión. Sencillamente no sabía por dónde empezar a reparar ese desastre y las disculpas del pibe, enojado con su noviecita histérica que se ganó un “¡¡Te dije que no compráramos esto!!” no sirvieron de nada. Permanecí parada unos cuentos segundos hasta que la quemazón de mi mano, con cambio de color, se hacía más evidente (Cabe aclarar que todo alimento…especialmente líquido y semilíquido calentado en horno de microondas llega a su máxima potencia un tiempo después) y sólo un chorro de agua fría enfriaría la cosa. Fue en ese preciso instante en que mi mente recordó que la ocasión para usar alguna de las “cosas de más de mi cartera” había llegado. Rescaté como puede de mi manchada cartera el botiquín salvador con una adermicina crema insólitamente preparada para calmar la quemadura y evitar la ampolla. Al regresar del baño…las palpitaciones seguían…la impotencia seguía…pero el sorbo de agua…de esa botella que también suma mucho peso hizo su aporte para bajar los decibeles…y al rato…recurrí al placebo de las flores de bach…frasquito de vidrio que de igual forma hace ganar kilos a mi cartera. Así…poquito a poco fue entrando en sosiego….lista para sumergirme en la Inglaterra del siglo XIII deseando que un flechazo del héroe de los pobres atravesara mi corazón románticamente y lista para confirmar que “mujer precavida…vale por dos” The End.
A minutos del comienzo de Robin Hood, la novedosa versión protagonizada por Russell Crowe, tan gladiador como en Gladiador, en ese tiempito en que una se saca el saco y se pone el pone, mientras se aquieta la acelerada respiración activada en la espera hasta dar con el ticket… sucede lo que predispondría mal a cualquiera y que sólo la magia del cine…únicamente la magia del cine consigue disipar.
Un adolescente que adolecía, entre otras cosas, de equilibrio fue el causante de una chaplinezca escena a minutos del comienzo de la peli que fui a ver con una amiga en el Abasto Shopping aprovechando un par de entradas obsequiadas. A caballo regalado no se le miran los dientes… dice el dicho. Pero por algún extraño mecanismo, parece que una no puede simplemente gozar de las cosas que le llueven de arriba…por ser buena gente.por hacer las cosas bien…y entonces…literalmente algo llueve de arriba…no precisamenente en calidad de bendición:
Unos amarillos y polvorientos nachos cayeron sobre mí, sobre todo lo mío…mi cartera…mi saco…y segundos más tarde…la salsa acompañante…una rojiza mayonesa caliente derivó magistralmente sobre el dorso de mi mano…ganando temperatura a medida que avanzaba mi enojo con la humanidad toda. Miré para arriba…a mi cielo imaginario…y en el idioma de la impotencia mi parlamento fue: ¿Quién fue el idiota que importó esta americana costumbre de morfar en las salas de cine? A dónde quedó el chocolatinero? ¿Qué es eso de entrar con dos interminables vasotes de coca rebajada con hielo de dudosa procedencia? ¿No pueden estar dos horas “alimentándose” de séptimo arte? En general, nunca son bien recibidas estas frases, se las asocia con….como se llama…la locura…y todos intentamos huir de ella. Paradójicamente esta sociedad condena los análisis en caliente…la filosofía de pasillo…100 % Carbajalezca me permito admitir… pero no condena los hechos que ocasionan tales reacciones. Somos un pueblo manso…con una mansedumbre boba, peligrosa, egoísta, interesada. Regreso a la toma…la oscuridad reinante, que se agradece para entrar en clima, agregaba confusión. Sencillamente no sabía por dónde empezar a reparar ese desastre y las disculpas del pibe, enojado con su noviecita histérica que se ganó un “¡¡Te dije que no compráramos esto!!” no sirvieron de nada. Permanecí parada unos cuentos segundos hasta que la quemazón de mi mano, con cambio de color, se hacía más evidente (Cabe aclarar que todo alimento…especialmente líquido y semilíquido calentado en horno de microondas llega a su máxima potencia un tiempo después) y sólo un chorro de agua fría enfriaría la cosa. Fue en ese preciso instante en que mi mente recordó que la ocasión para usar alguna de las “cosas de más de mi cartera” había llegado. Rescaté como puede de mi manchada cartera el botiquín salvador con una adermicina crema insólitamente preparada para calmar la quemadura y evitar la ampolla. Al regresar del baño…las palpitaciones seguían…la impotencia seguía…pero el sorbo de agua…de esa botella que también suma mucho peso hizo su aporte para bajar los decibeles…y al rato…recurrí al placebo de las flores de bach…frasquito de vidrio que de igual forma hace ganar kilos a mi cartera. Así…poquito a poco fue entrando en sosiego….lista para sumergirme en la Inglaterra del siglo XIII deseando que un flechazo del héroe de los pobres atravesara mi corazón románticamente y lista para confirmar que “mujer precavida…vale por dos” The End.
viernes, 4 de junio de 2010
Soy una hormiga
Hormigas trabajando...Hay un cartel que dice..."Se ruega hacer silencio y no molestar"...rezaba una canción de Carlitos Balá...si mal no recuerdo. Así me siento hace muchos meses...como una hormiga que trabaja y trabaja incansablemente con la salvedad de que lo hace en medio del ruido y el caos. Esta entrada muy mal escrita persigue únicamente el objetivo de hacer una aparición que pise la precedente con fecha 3 de marzo...en ocasión de reseñar el terremoto de Chile. Al menos en los medios nacionales ya no se habla del tema porque las cosas son así...porque vivimos un tiempo sin tiempo...porque es humanamente imposible cumplir con todo. Pero mi paranoia tecnológica ganó la partida y no podía quedarme tranquila sabiendo que no hago nada por mi blog desde hace tanto tiempo.
Quiero tiempo pero tiempo no apurado...rezaba otra canción de mi infancia...de María Elena Walsh...
Quiero tiempo pero tiempo no apurado...rezaba otra canción de mi infancia...de María Elena Walsh...
miércoles, 3 de marzo de 2010
Al tiro pa' los cerros...grietas en el alma
Hace poco más de un mes, Chile le brindaba al pueblo de Haití toda la preparación de su cuerpo de bomberos y rescatistas, toda la asistencia ganada en numerosas experiencias sísmicas sin intuir que días después un terremoto 50 veces mayor impactaría en el centro – sur del país la madrugada del 27 de febrero interrumpiendo el sueño y los sueños de miles de compatriotas.
A las 3.34 el megasismo de 8.8 grados en la escala de richter y el tsumani posterior detuvieron todo lo previsto, ubicando a Chile, por más tiempo del esperado - en el mismo año de la celebración de su bicentenario - en un forzado escenario refundacional. El nivel de destrucción es tan grande que sólo queda recomenzar. Ocurrió en el momento menos oportuno del mundo – si es que los desastres tienen oportunidad alguna: a horas de la penúltima jornada del Festival de Viña del Mar en la Quinta Vergara, a pocos días del inicio del año escolar (previsto para el 8 de marzo), próximo a la llegada del Rey de España, Juan Carlos de Borbón, para el Congreso de la Lengua Española en Valparaíso y frente a la expectativa nacional y mundial del traspaso presidencial del 11 de marzo. En segundos miles de proyectos quedaron en la oscuridad.
Reconforta saber que la muestra de unidad de la clase política fue anterior a esta tragedia natural. No los ha unido el espanto. Michelle Bachelet y Sebastián Piñera venían dialogando en un trasferencia de mando coherente, como de esas que los argentinos miramos con envidia, en un clima de genuino trabajo en equipo, sencillez y sentido común que por estos días también demuestra el Uruguay de Pepe Mujica.
Desde todos los sentidos posibles el sismo ha abierto grietas. Bachelet está a días de concluir un mandato impecable con el 83% de popularidad y Piñera pronto a dar inicio a cada punto de su plataforma. Pero el choque de placas alteró el contexto político borrando todo banderismo…ni derechas ni centroizquierdas. Se impone neutral cordura. La magnitud del desastre condujo a la más inesperada decisión político – constitucional: en plena democracia, militarizar las ciudades más afectadas, decretar el estado de excepción, imponer el toque de queda, sacar a la calle camiones hidrantes para disuadir a los saqueadores. Desde mi cosmovisión significaría sumar al desconcierto el triste recuerdo de tiempos de dictadura y represión. Pero Chile tiene un vínculo marcadamente singular con sus militares. Han aplaudido la intervención porque el reclamo de orden - condición sine qua non para comprender y modificar todas las situaciones humanas - no se asocia necesariamente con el descuido de los derechos humanos.
A los que habitamos geografías más amables, menos imprevisibles, nos cuesta imaginar la persistencia. Chile deberá demostrar que es 50 veces más fuerte. Siento que su bandera resume simbólicamente el camino a tomar: blanco, emprender la recuperación en un clima de paz; rojo, poner toda la pasión honrando la sangre derramada y azul, confiar en su buena estrella.
Poco importa que referencie desde mi ombligo de turista que del 16 al 26 de enero estuve por primera vez junto a mi hermana – en un viaje especial para celebrar la vida, la recuperación y para honrar el deseo de mi padre que se quedó con las ganas de conocer tierras trasandinas - 3 días en Santiago, 9 días en Viña del Mar y de pasada por Valparaíso y que muchos de los sitios afectados seriamente en sus estructuras quedarán por siempre intactos en mis fotografías. El moderno aeropuerto de Santiago, su pasarela, la Iglesia de la Providencia en Santiago, el apenas estrenado restauran “Tierra del Fuego” frente al Hotel San Martín en Viña, las calles y casitas de Valparaíso. Podría haber estado ahí porque rara vez veraneo en enero pero no me asalta una preocupación retrospectiva de mi propia salvación. Me asalta una profunda pena. Regresé de mi estadía con pegadizos solgans en mi cabeza: "Chile es un país"..."En Chile te sentís genuinamente un ciudadano"..."Los chilenos son serios, moderados"..."En las calles no hay un papel y los jardines y plazas son increibles". Pero el cinturón de fuego del Pacífico se ajustó demasiado, dejando sin aire y en absoluta perplejidad a millones de almas...las moradoras de rascacielos y las de casitas de adobe...urbanas y costeras…sin distinción.
No es novedad que para muchos, por razones histórico entre otras, Chile se escribe con "C" de controversia. Rara vez se habla u oye hablar de ellos sin mencionar que los logros, el avance procurado en los últimos 10 años se asienta en una profunda brecha económica. Hoy día (como dicen ellos!), con las lecciones pendientes como tantos países de Latinoamérica, escribo Chile con "C" de compasión.
Mientras escribo estas líneas… Una réplica de 6,2 grados en la escala de Richter causa pánico en la ciudad chilena de Concepción.
A las 3.34 el megasismo de 8.8 grados en la escala de richter y el tsumani posterior detuvieron todo lo previsto, ubicando a Chile, por más tiempo del esperado - en el mismo año de la celebración de su bicentenario - en un forzado escenario refundacional. El nivel de destrucción es tan grande que sólo queda recomenzar. Ocurrió en el momento menos oportuno del mundo – si es que los desastres tienen oportunidad alguna: a horas de la penúltima jornada del Festival de Viña del Mar en la Quinta Vergara, a pocos días del inicio del año escolar (previsto para el 8 de marzo), próximo a la llegada del Rey de España, Juan Carlos de Borbón, para el Congreso de la Lengua Española en Valparaíso y frente a la expectativa nacional y mundial del traspaso presidencial del 11 de marzo. En segundos miles de proyectos quedaron en la oscuridad.
Reconforta saber que la muestra de unidad de la clase política fue anterior a esta tragedia natural. No los ha unido el espanto. Michelle Bachelet y Sebastián Piñera venían dialogando en un trasferencia de mando coherente, como de esas que los argentinos miramos con envidia, en un clima de genuino trabajo en equipo, sencillez y sentido común que por estos días también demuestra el Uruguay de Pepe Mujica.
Desde todos los sentidos posibles el sismo ha abierto grietas. Bachelet está a días de concluir un mandato impecable con el 83% de popularidad y Piñera pronto a dar inicio a cada punto de su plataforma. Pero el choque de placas alteró el contexto político borrando todo banderismo…ni derechas ni centroizquierdas. Se impone neutral cordura. La magnitud del desastre condujo a la más inesperada decisión político – constitucional: en plena democracia, militarizar las ciudades más afectadas, decretar el estado de excepción, imponer el toque de queda, sacar a la calle camiones hidrantes para disuadir a los saqueadores. Desde mi cosmovisión significaría sumar al desconcierto el triste recuerdo de tiempos de dictadura y represión. Pero Chile tiene un vínculo marcadamente singular con sus militares. Han aplaudido la intervención porque el reclamo de orden - condición sine qua non para comprender y modificar todas las situaciones humanas - no se asocia necesariamente con el descuido de los derechos humanos.
A los que habitamos geografías más amables, menos imprevisibles, nos cuesta imaginar la persistencia. Chile deberá demostrar que es 50 veces más fuerte. Siento que su bandera resume simbólicamente el camino a tomar: blanco, emprender la recuperación en un clima de paz; rojo, poner toda la pasión honrando la sangre derramada y azul, confiar en su buena estrella.
Poco importa que referencie desde mi ombligo de turista que del 16 al 26 de enero estuve por primera vez junto a mi hermana – en un viaje especial para celebrar la vida, la recuperación y para honrar el deseo de mi padre que se quedó con las ganas de conocer tierras trasandinas - 3 días en Santiago, 9 días en Viña del Mar y de pasada por Valparaíso y que muchos de los sitios afectados seriamente en sus estructuras quedarán por siempre intactos en mis fotografías. El moderno aeropuerto de Santiago, su pasarela, la Iglesia de la Providencia en Santiago, el apenas estrenado restauran “Tierra del Fuego” frente al Hotel San Martín en Viña, las calles y casitas de Valparaíso. Podría haber estado ahí porque rara vez veraneo en enero pero no me asalta una preocupación retrospectiva de mi propia salvación. Me asalta una profunda pena. Regresé de mi estadía con pegadizos solgans en mi cabeza: "Chile es un país"..."En Chile te sentís genuinamente un ciudadano"..."Los chilenos son serios, moderados"..."En las calles no hay un papel y los jardines y plazas son increibles". Pero el cinturón de fuego del Pacífico se ajustó demasiado, dejando sin aire y en absoluta perplejidad a millones de almas...las moradoras de rascacielos y las de casitas de adobe...urbanas y costeras…sin distinción.
No es novedad que para muchos, por razones histórico entre otras, Chile se escribe con "C" de controversia. Rara vez se habla u oye hablar de ellos sin mencionar que los logros, el avance procurado en los últimos 10 años se asienta en una profunda brecha económica. Hoy día (como dicen ellos!), con las lecciones pendientes como tantos países de Latinoamérica, escribo Chile con "C" de compasión.
Mientras escribo estas líneas… Una réplica de 6,2 grados en la escala de Richter causa pánico en la ciudad chilena de Concepción.
“Así, cada mañana de mi vida, traigo del sueño otro sueño” (Pablo Neruda)
* * *Chile se ubica a lo largo de una zona de alta sismicidad conocida como el «Cinturón de fuego del Pacífico». Esto es producto del choque tectónico entre la placa Sudamericana y la placa de Nazca y la subducción de esta última bajo la placa continental. El movimiento y la fricción entre estas dos placas tectónicas convierte a Chile en una zona con frecuentes terremotos y alto volcanismo.
domingo, 10 de enero de 2010
Crucificada en la agonía de tu adiós…
A comienzos del nuevo siglo, 2001 quizá…mi padre regresó a casa con un cd de Sandro que la estación de servicio donde cargaba el Duna regaló a sus clientes en ocasión del día de la madre…”Sandro le canta a las madres” creo que se titulaba…o “Para Mamá”. Era chica y estaba en otra…pero aun así no me perdono la falta de curiosidad de ese día. Sorpresa y tentación de apertura es el imperioso circuito que vivenciamos frente a un obsequio. Sin embargo, jamás lo saqué o sacamos de su estuche con mis hermanas para escucharlo…era una pertenencia “gronchita” a la que le dimos pronta salida (la suegra de mi hermana menor fue la afortunada “nena” que adoptó el original o copia) aliviados porque un material del estilo no desentonara con el resto de la discografía de esta familia de músicos y amantes de la música. La natural receptora debió haber sido mi madre…pero Rosa (tan maravillosa como flor hermosa...hasta tema tiene!!) tuvo una juventud nada porteña por decirlo de algún modo. Si bien llegó de Italia a los 12, nada escapaba al trabajo y al estudio y no conoció bailes ni clubes de barrio…ni discos…ni Radiolandias…pero la vida de mi madre…es otro cantar…
Estoy en mis treintas y desde ya…no soy una de sus nenas. Como artistas de los 60 y 70…sí he seguido en sábados lluviosos mucha pelis de Palito Ortega…y me gusta el género melódico…las baladas…. Sandro…sin razón aparente… no formó parte de mi capital cultural hasta este lunes 4 de enero en que lloré profundamente su partida. Conmovida como muchos por su lucha…venian a mi memoria alguna de las anécdotas que en todos estos días post transplante en algunos cronistas nos ofrecían…Sandro le borró al médico la foto que le sacó con su celular porque no salió bien peinado y porque no quiere que inmortalicen un cuerpo que ya no le responde…Sandro…se comunica escribiendo…y en sus notas pide perdón al equipo médico mendocino por no estar dando lo mejor de sí…Sandro conserva el humor…todo esto fue llegando a mi corazón…toda su grandeza…y después…después que se corrió el telón de las penurias…de la enfermedad…del deterioro…después que recordé que somos seres almicos…le abrí el telón al artista…al hombre… y me enamoré para siempre. Como en un acelerado viaje para atrás…mi mente y mis oidos acumularon esta semana la vida de un ser excepcional, un showman, un interprete visceral e intenso, un autor que conoció a la mujer como nadie, un caballero. Eterno galán que no pudo inaugurar la paternidad pero que fue un papito para todas.
Youtube fue y está siendo la plataforma de ese viaje…donde puedo verlo jóven…más viril que nunca…más gitano que nunca…con ese hoyuelo en la mejilla…la mirada de fuego custodiada por negras y tupidas pestañas…la sonrisa pícara…la boca nacida para besar.
Mi tema favorito es “Cómo te diré” y en realidad lo conocí gracias a la magistral versión de Alfredo Casero - quien el viernes 8 de enero pudo demostrar su inmenso amor por Roberto Sánchez en “The Casero Experimendo, columna que tiene en La Razón respondiendo conmovedoramente un “¿Qué será de nosotros?” - cuando Ale, otra de mis hermanas me regalara para un cumple “Casaerius”, delirante cd que parodia y homenajea esa época de pantalones pata de elefante…poleras…camisas con bolado...y amores desgarrantes… polo opuesto de estos encuentros edulcorados. (ver rutas).
“Cómo te diré que aquel amor que había lo perdí…ay cómo te diré…que ya no quiero más saber de ti…que ya…que ya no quiero más saber de ti” es la estrofa final de la canción…
Sandro llegó a mi vida el día de su partida…y esta paradoja me genera cierta culpa…me enoja…me lleva a preguntarme porqué demoré mi amor hacia él hasta la instancia de lo irremediable…
Si pudiera compensaría mi falta cantandole: “Cómo te diré que aquel amor que no había lo gané…ayyy cómo te diré….que hoy quiero más saber de ti… Sandro,,,,que ahora quiero más saber de ti”
http://www.youtube.com/watch?v=JrXROpqnZsI (Alfredo Casero)
http://www.youtube.com/watch?v=3Z9wSRJ9WIY (Sandro)
Recomiendo conocer el tema que le compuso especialmente Hugo Marcel: “Ese pibe de Alsina”
Suscribirse a:
Entradas (Atom)